Estaba
envuelta
en
el mundo de la tierra
de los abandonos
que
salían abiertos
al libre amor de los océanos.
Los
abrazos eran alaridos
de
chicas enamoradas
confabuladas
con mariposas
por
la ruta de la tierra.
Eran
flores gozadas
manos
de aire
árboles que subían
a la
conjura de la lluvia
o a
las ondas
de
las mulatas.
Vuelan las tinieblas
y las
raíces crecen
femeninas
y se
preguntan qué hay
más
allá de los tallos
y de
qué materia estamos hechas
para seguir haciendo
letras de canciones.
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