La casa a la que se llega es otra cosa. Ámbito de sábanas y libros. Al entrar, un espejo da valor al rostro; como para recobrar la ceguera de los televisores Led, las caminatas desde la avenida y el tránsito del shopping.
Las ventanas suelen estar abiertas para que el aire metálico; pueda aventurarse al parque dejando espacio para hilvanar alambres.
En nuestra granja los fragmentos nos acompañan, se descacharra la risa, debajo del chac, trac, track al momento de engarzar y colgar las piezas. Limitarlos o remendarlos al pasar el sinuoso galvanizado por estas cuevas, nos recuerda la hipersensibilidad religiosa que permita salvarnos.
Durante el día pongo el dentífrico en el sacapuntas. Pongo cordones al pan. Abandono momentos de esta huerta de acrílicos, que envuelve el polvo y la policromía.
Luego pasamos al dormitorio, la cama está calentita, allí las sábanas se dislocan sobre las piernas; para seguir durmiendo después del amor, veteranos y pendejos.
Los libros poseen anaqueles malabaristas; encimados, abiertos, viejos, cercanos y las páginas se asinceran entre objetos inconexos rodando en cobres, cucharas de plástico, pinzas, resortes, restos de cables pelados. Son necesarias masas de sal acompañadas de tapitas en letras ineficaces.
Pasando al rincón del comedor, se perciben las palabras exiliadas. El instante del pantano pestilente que te traga bajo el cielo de plomo. Correr en el abismo de nada. Recobrarse en alguna vegetación. Entonces, me queda regar las plantas. Atar la fe en el quehacer de piedra y aceptar la “espuma”.
Más adelante, la cocina, el fuego del supergas y el pan casero. Confiar en el leudante, pensar en la seguridad mientras busco los granos de anís aferrada a la silla de tres patas. I en la cuadra la cámara vigilando a los vagos que se portan mal pa´ ver si algo les va bien. Esa materia de imágenes que corre en el proyector...
La secuencia es interminable, la casa, el repertorio arbitrario de absurdos y las mandarinas. El perfume de las mandarinas para colmar de ánimo esta ruta de hormiga anunciando que esta casa se ocupó, se desordenó y no está en los anuncios de ninguna inmobiliaria.
Alguien por ahí
martes, 3 de mayo de 2016
Presentación "Nos da Poesía" La piedra y el azúcar-Buenos Aires
La
piedra sobre madera
se
hace eco
de
mi ensayo de abandono,
luz
sagaz
del
rostro de pedernal.
.
Entonces
el alcatraz de orilla
,
piedra
en el aire hecho poema
sucede
en la ausencia.
Deshojado
el centro
se
apedrean algunas ilusiones
mientras
los arcos de piedra
soportan
a los poetas.
Se
repite
el
polvo humanizado
que
bajo la maravilla
del azúcar
se
vuelve mestizaje
poesía
poesía
que como hervidero de piedra
une
el guijarro.
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